El principio de Pareto es también conocido como la regla del 80-20.
Recibe uno de sus nombres en honor a Vilfredo Pareto, quien lo enunció por primera vez en su "Cours d’économie politique" de 1896.
Pareto enunció el principio basándose en el denominado conocimiento empírico. Estudió que la gente en su sociedad se dividía naturalmente entre los «pocos de mucho» y los «muchos de poco»; se establecían así dos grupos de proporciones 80-20 tales que el grupo minoritario, formado por un 20 % de población, ostentaba el 80 % de algo y el grupo mayoritario, formado por un 80 % de población, el 20 % de ese mismo algo. En concreto, Pareto estudió la propiedad de la tierra en Italia y lo que descubrió fue que el 20 % de los propietarios poseían el 80 % de las tierras, mientras que el restante 20 % de los terrenos pertenecía al 80 % de la población restante.
Este principio fue estudiado por otros muchos pensadores en sus áreas de conocimiento y descubrieron que era aplicable en la mayoría de los casos, al menos en el 80%. :)
Existen diversos ejemplos muy ilustrativos para entender este principio:
- El 80% de las veces que compruebas si tienes whatsaap, sólo tienes un 20% de mensajes nuevos
- El 80% de los programas que tienes en el ordenador o aplicaciones de tu movil los utilizas el 20% de las veces
- El 80% del contenido de una conversación de chat (whatsapp) por Internet, contiene un 20% de información útil para l@s que conversan
- El 80% (o más) de las noticias en televisión, radio y periódicos son negativas. El 20% (o menos) son positivas
- El 80 % de los mensajes que emite una persona son neutros o positivos el 20% negativos
- El 80 % de las personas que tienes alrededor te aportan un 20% de estabilidad emocional y un 20% de las personas el 80 %.
- El 80% de un programa informativo medio de televisión aporta como mucho un 20% de noticia, lo demás es polémica, controversia o morbo
- El 80% del contenido de un telediario está politizado y sólo el 20% de las noticias son objetivas
- El 80% de la música que escuchas en un programa de radio es música que no te gusta y sólo el 20% del tiempo escuchas canciones que te gustan
- El 80% del tiempo llevas el coche un 20% limpio (es decir, sucio)
- El 20% de los trabajadores de una empresa o servicio aportan el 80% de energía negativa.
- El 20% de tus acciones generan el 80% de tus beneficios.
- Al 20% de las personas que conozcas nunca les caerás bien hagas lo que hagas.
Por supuesto los porcentajes no son exactos pero si son una aproximación pudiendo variar al 70-30, 85-15, 90-10,...
Como decía mi buen amigo el Dr. Luis Panea, un gran aplicador de este principio de una forma innata, "Israel, hay que separar el trigo de la paja".
Como formador y entrenador he tenido la oportunidad de poner en práctica este principio en multitud de ocasiones. Empezando por mi trabajo de entrenador he de decir que el 20% de las sesiones de ejercicio que hago producen el 80% de los resultados de mis entrenandos. Y que el 80% de ellos cumplen con el programa de entrenamiento en su totalidad y lo aprovechan, mientras que existe un 20% que no lo aprovecharán por diferentes causas.
Es aquí donde enlazo con mi tarea de formador de adultos. El 20% nunca aprovecharán las enseñanzas que han recibido o solamente aprovecharán muy poco. Porque no lo entiendan, por que no lo vean útil, porque no conecté con ellos o simplemente porque no les guste lo que reciben, no les interese o porque no quieran.
¿Hacia donde debo entonces encaminar mis esfuerzos?.
Si eres un romántico de la formación o el entrenamiento podrías estar pensando "yo nunca los abandonaría", " me esforzaré aún más por llegarles adentro", "dejarles atrás no es un opción ética, ni tan siquiera una opción".
Para mi, y en base a mi experiencia, pienso que el 80% restante que si quiere, no se merece que el 80 % de mis esfuerzos los ponga en sacar adelante al 20% que no quiere.
Debemos respetar a ese 20% que no quiere pues tal vez no es su momento o su lugar.
No hablo por supuesto de tirar la toalla a primeras de cambio, puesto que hay que identificar a ese 20% de manera correcta teniendo en cuenta que distribuirlos erróneamente sería un error colosal.
En el último proyecto de formación que he liderado junto a mi compañera Adela, he identificado muy pronto a ese 20 % sobre el que no merecía la pena volcar la mayoría de los esfuerzos. El otro 80% del alumnado trabajaba y aprendía de forma fluida. Tal vez por mi testarudez, o tal vez por mi idea de "buen docente" he intentado llevarlos a un sitio donde nunca quisieron estar.
¿El resultado?
¿El resultado?
Ese 20% permaneció con la misma actitud desde el principio hasta el final del curso, es decir, apático y bloqueando de manera consciente o incosciente cualquier intento docente. Del otro 80%, que sí quería o permanecía a la expectativa, sé que no aprovecharon lo suficiente el curso porque yo estaba demasiado pendiente de lo que no debía, del pequeño 20%.
Al final mi principio de Pareto se tornó en un 70-30 o incluso 60-40 por no poner los esfuerzos sobre las personas que realmente lo estaban demandando. Por el camino entonces, perdí gente que si estaba dispuesta a aprender por no prestarles el 80% de mi esfuerzo.
Dedicado a mis alumnos de la "Escuela Profesional Alpéndiz" tanto a los del 80% como a los del 20%.
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